Brim 5 - Sin Tiempo
Salí del baño, recogiendo la ropa tirada en el camino. Acerqué la playera a mí pecho y la abracé, las lágrimas estaban aún dormidas. Seco, abrí el cesto y aventé dentro la playera junto con la demás ropa. Caminé fuera del baño, el suelo se sentía frío, aún recordaba los pasos de ella. La paredes oscuras, aún reflejando sus tétricas palabras. Mis ojos caídos por el cansancio no se atrevieron a mirar el techo y sufrir más el distanciamiento del cuarto, que durante un par de años me habia acogido entre sus brazos, cálidos, tranquilizantes. De pronto, mis ojos perdidos se detuvieron en el reloj, eran las 6:23, al lado el calendario, colgado en la pared, de lado, como cayéndose, seguramente los días le pensaban tanto como a mí. Me acerqué con timidez, mi brazo haciendo un gran esfuerzo por levantarse de su letargo, arrancó la hoja del calendario.
11 de Diciembre 2012 decía la hoja, que bonito día pensé. Como tradición añeja leí el reverso, sin saber por qué lo hacía o para qué. “Hoy es un bonito dia para levantarse, será su último” rezaba la hoja, amarillenta, despedazandose como si gusanos se comieran pedazos de la hoja. El 11 rojo escurría su tinta, como si se alimentara de la herida de mi muñeca. Mi corazón se aceleró, la adrelina recorrió mi cuerpo, comencé a temblar, mi respiración arítmica, de pronto, sin aviso, tocaron a mi puerta, la hoja cayó al suelo, boca bajo.
La puerta se acercaba a mí, cada vez más próxima. Cerré los ojos y repetía en mi cabeza su nombre, deseaba que fuera ella, quería de una vez por todas terminara conmigo. Abrí la puerta y comencé a escuchar el ruido en la armonía de mi pensamiento, el vecino babluceaba algo sobre el fin del mundo, no entendía bien, estaba sumido yo en el fin de mi propio mundo. Asentía con la cabeza mientras cerraba la puerta en su cara. Abrí la ventana, quería el ruido del mundo acallara mis pensamientos, mis ideas, pero solo escuche silencio. Mire afuera y no había nadie. Estaba destinado a vivir mi soledad… ¿solo?.
Tomé mi cuaderno, las hojas amarillas se perdían en la oscuridad de la mañana, aún no salía el sol, la otra cara de la luna me sonreía. Agarré la pluma con ambas manos, me temblaban, sabían lo que pensaba. Después de tantos años viviendo tranquilo, de pensar en ella, seguía arruinando mi vida. Escribí en el cuaderno “¿Por qué te amo?”. Arranqué la hoja y la puse sobre la mesa junto a mi cama. Abrazando la botella contra mi pecho, la lanzé contra la pared. Haciéndose añicos, cayeron sobre la cama cada una de las partículas de vidrio. Me recosté sobre ellas, lastimando mi espalda, se sentía como si fueran sus uñas. Recordando la noche anterior, hice recorrer la botella por donde ella había pasado sus dedos.
Las sabanas se teñían de mi amor por ella. El aliento huía de mi cuerpo, tenía miedo de mi. Lentamente la visión se me nublaba, la respiración más lenta, el sueño me consumía. Esta vez no habría ángeles blancos que me salvaran. Cerré los ojos por un momento y una brisa recorrió el cuarto. Mis cabellos fueron acariciados como si fuera su mano, mi cuerpo abrazado como si fueran sus brazos, el frío como si fuera su corazón. La brisa salió por la ventana llevándose con ella la hoja de la mesita.
La hoja comenzó a volar, girando, cayendo, elevandose, era un sueño, un pensamiento, era mi Ícaro. Hasta que se acercó al sol tanto y cayó al suelo. La humedad del suelo por la lluvia de la noche hizo la hoja quebradiza, dócil a la mano. Las luces del parque donde había caido iluminaban a veces el suelo, a veces la nada. Los pensamientos oscuros se volvían intermitentes. Un joven sentad en una banca, bajo el manto de la luz, cabizbajo, perdido, en otro mundo, soñando, mirando el suelo, como esperando que el camino siguiera su rumbo y no se detuviera por el. La hoja acarició su pie, como un perro sin dueño abrazando a la vida en los ojos de la primer persona que cruza su corazón.
El joven levantó la hoja y la leyo, no se entendía bien.
“Eres mío” –leyo.
“Yo no escribí eso” – pensó – “Yo escribí ¿Por qué te amo?”.
El pensamiento lo asustó y soltó inmediatamente la hoja, esta cayó sobre el aire y se deslizó hasta unas hojas de árbol otoñales que parecían verdes al lado del pedazo de papel. El joven cayó sobre la banca y se recostó, el camino no había continuado, se había regresado.
La hoja continuó su camino, empujada a veces por el aire, a veces por el destino, pero nunca deteniendose, sabía debía viajar, pero no sabía a donde. El joven se levantó e intentó perseguir la hoja, la necesitaba. Asustada la hoja corrió hasta que cayó en una alcantarilla.
A la deriva, se desvaneció su tinta, como una idea vieja, como una amada perdida. Las aguas se tiñieron de rojo, el mundo se caía a pedazos, los cuatro jinetes de la desesperación viajaban por el nao del recuerdo. Los sentimientos remaban a su merced. Los pensamientos brincaban como peces queriendo subirse a la barca y salvarse. El bote cayó y se perdió en la oscuridad. El mundo se apagó, no había nada, la soledad, ¿dónde estaba ella?.
Volteé a ver el reloj, 6:43, tomé mi maletín y me encaminé a la salida. Al salir a la calle estaba todo en silencio, asustado volteé al cielo a ver si no había una hoja cayendo del cielo. Caminé rumbo al trabajo, aún estaba oscuro, cruce el parque, pero un sentimiento abrumador me consumía, la respiración fallaba, me senté por un momento en una banca, cuando vi una hoja caer del cielo, naranja, rogando por atención. Terminó bajo la orilla de mi zapato. La levanté y así como se elevaba, así se hacia polvo.
El polvo en la palma de mi mano me hizo recordarme, verme, sentirme. Esto ya lo había vivido. Volteé a ver mi reloj y eran las 6:43, pero del 24 de Octubre. Por eso era rojo el número, era fin de semana.
“Otra vez lo había logrado, la sombra de Brim era la noche de mi pensamiento, no del día” – pensé. Pero ¿quién era Brim?, ¿por qué era el primer pensamiento que tuve ahora?, desde aquella vez en la torre y el guerrero, dudé de quién era, dudé de su existencia, dude de mí.
“¿Cómo huir de ella, si ella es la torre de mi pensamiento que me mantiene aprisionado?”
“¿Cómo dejarla huir si es ella mi celadora?”
“¿Cómo vivir sin tiempo? Si mi tiempo eres tú.”