Despedidas

Hay una canción de Jumbo – Fotografía – que dice algo así como:

Mi vida entre fotografías se guardan y se olvidan porque dicen la verdad

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Y es curioso porque este post nació por esa razón, recorría un par de fotos/imágenes que iba a borrar, y detesto las fotos. Odio mis fotos, pero tengo un pésimo fetiche por las fotos en general. Un gran trauma de mi existencia con MSN Messenger era precisamente ese. Odiaba el hecho de que alguien pusiera una foto y no poder obtenerla. Y evidentemente hacía uso de mis habilidades (pocas) informáticas para hacerme de ella (no dije que hackeara).

Pasan los años y la vida se vuelve más sencilla. Uno obtiene más confianza y son amigos, entonces se vuelve más fácil abrir Facebook y encontrar la foto. Me sigue causando satisfacción saber que en algún lado – tengo tres discos duros, 500GB, 2TB y 3TB – existe esa foto que en algún lado encontré. Es como conservar un cachito de la vida del otro. Es como vivir un poco la vida del otro. Evidentemente no es como la película de One Hour Photo, sin embargo algo así. Tampoco es que conserve la foto de lo que comió o la foto de la partida del pastel en su cumpleaños. En muchas ocasiones ni siquiera me importa en realidad la foto, es simplemente el hecho de saber la poseo. Ejemplo de ello es Instagram. Tengo un script que periódicamente guarda todas las fotos nuevas que suben. En su momento hice un script para guardar todos los albums de fotos de Facebook (antes de que modificaran su graph api).

Y bueno, eso me llevó a pensar en cuántas cosas he olvidado. Cuántas cosas he dejado a la deriva. Cuántas cosas que habían sido parte de mi vida las guardé en el baúl de los recuerdos e hice como si jamás existieran. O tal vez deseando que jamás fuesen reales. En diciembre murió mi abuelita. Y entre los recuerdos que dieron fue un separador. Está bonito y tiene una frase cutie. Sin embargo, y espero que cualquier familiar que me lea no me odié, no sentí nada. Siempre corriendo, siempre preocupado, siempre ocupado, no tengo tiempo ni ganas de sentir. Tal vez y para mi ella murió desde hace mucho cuando se volvió un zombie (razones médicas). O tal vez me he acostumbrado tanto a olvidar, a dejar pasar, que por eso no sentí nada. Tal vez por eso cuando pienso en mi amigo desde el Kinder, con el que tantas veces me embriagué, con el que viví un año entero y que ahora veo como una vez cada 100 años, no siento nada al no verlo. Me llena de júbilo volver a verlo, me emociono, me siento feliz, recuerdo historias de antaño en mi mente y revivo sentimientos. Pero en cuanto cada quien parte a su casa, es como si hubiera cerrado el libro y lo hubiera puesto sobre mi buró, esperando hasta la próxima vez que lo abra.

En teoría, claro, debería de ser todo eso como la Biblia para los religiosos, tenerlos siempre presentes. A la familia, a los amigos, a los compañeros, a las vivencias. Siempre he creído que la familia es una accidente, mientras que el entorno una decisión/elección. Yo no elegí tener ese papá y esa mamá, sin embargo ahí están desde hace muchos años. Pero sí elegí tener a una cabra o un oso de amigo *guiño guiño*. Luego entonces, como una planta, habría que regarla. Así son las amistades, dicen. Evidentemente no digo que a la familia hay que tirarla a la basura y odiarla u olvidarla o algo así. Nunca, son parte fundamental del desarrollo y crecimiento de uno como ente. Y al final uno es reflejo de ellos. Para algunos, claro está, esta falta de apego es en definitiva algo triste y lamentable. ¡Una tragedia!. Esto no es otra cosa mas que una consecuencia de mi padre, así me educó (y mi madre lo permitió, claro). Y no lo lamento. Regret nothing dice la frase.

Dice la canción:

Y cuando somos fuertes, nos devora el temor de seguir. Cuando soy más débil.

Y ese es el problema de los apegos, las despedidas. Nos sentimos fuertes al sentir aprecio, pero nos convierte en débiles por la angustia sartreana, por el temor de seguir. Hace poco escribía desolado, triste, melancólico por una serie de pequeños fracasos – al menos así los veía – en mi vida.

Emprendí un plan a-la Brim y fracasó. Emprendí un proyecto con mi hermano y fracasó. Emprendí otro proyecto con varios amigos y está a punto de fracasar. Son problemas tras problemas. Son quejas tras quejas.

Y la verdad es que a veces no entiendo, soy muy lento en mis reflexiones. Por eso tardo tanto en escribir posts y vengo esporádicamente. Hoy me levanto con un pie y pienso una cosa. Mañana me levanto con el otro y pienso otra. Y así fluyen mis días como gráfica de bioritmo, hasta que eventualmente se centra en la respuesta.

Y bueno, evidentemente el problema aquí son los apegos. Medio Tiempo era para mi un lugar donde encontré muchas cosas, aprendí otras y desarrollé un apego. Por eso cuando dejé mi convivencia ahí me causó tristeza. No mentiré, el momento en que estuvimos tres personas y nos despedimos fue sumamente emotivo. Hasta la fecha guardo eso y otras vivencias con aprecio. Fue un proceso, una vivencia, un crecimiento. Llegué a Grupo Editorial Expansión, crecí hasta que se convirtió en Grupo Expansión y me fui. Conviví la boda de varios compañeros y me volví parte de su vida y ellos de la mía. Eso es un apego ideal. Sin embargo la vida no se desarrolla en ideales, sino más bien en tragedias.

Por eso en ese momento, hace casi tres semanas, me sentía desahuciado y sin rumbo. Como dice Empathy Test

Scared of losing touch

Miedo, tristeza, problemas. Todo por los apegos. Apego a esos proyectos. Apego a las personas que los conforman. Apego a lo que implicaban. Ejemplo, el proyecto que emprendí con mi hermano deseaba fuera fructífero porque existe un apego con el. Deseaba tuviera éxito algo que hicimos juntos (awwww). Sin embargo, debe de entrar uno en razón y hacer conciencia que era su proyecto, por lo tanto el que debía de hacer que funcionara era el, no yo. A pesar de mis esfuerzos. El otro proyecto que emprendí con unos amigos y que está en la cuerda sufre del mismo caso. Es un apego con personas, un esfuerzo que he dedicado y por lo tanto una decepción que no funcione. Es como comprar carne y asarla, pero echarla a perder porque quien dice que sabe cocinar la quema o porque quien la cuida no lo hace. Entonces uno se deprime. Y eso no funciona.

En ese mismo post hablé de la hipocresía y de cómo me habían catalogado como tal. Creí en ese momento que no era hipócrita. Sin embargo el miércoles me junté con un amigo y platicamos de n-mil cosas. Y eventualmente llegué a la conclusión, solo sin tocar el tema, que sí soy hipócrita. En ese momento creí que no debido a que tener múltiples personalidades es una necesidad, pues las personas no merecen lo mismo. Sin embargo llegué al razonamiento de que soy el peor tipo de hipócrita. Finjo ser bueno, finjo tener cualidades de virtuoso, finjo ocultando mis verdaderos pensamientos por razones sociales. No es correcto hacer x, no es bueno ser z con w, etc. Y me autolimito. Evidentemente no soy traicionero – que creo equivoqué ambas palabras en mi razonamiento pasado – al apuñalar por la espalda, sin embargo hago x cuando dije iba a hacer w, porque x es lo que yo quería hacer, no lo que otros querían que hiciera.

El ejemplo más básico es beber. El yo virtuoso que finge cualidades de santo dice que beber es malo. Se auto promete no beber en seis meses. Y entra el cuestionamiento de por qué decide hacerlo. Y la respuesta más básica es por hipócrita. Es un alcohólico declarado, y nadie lo duda o niega. Sin embargo se da golpes de pecho y deja el alcohol. La pregunta es por quién o para qué. A nadie le importa. A nadie le interesa. Y el fingimiento de otros es igual de vano que las cualidades virtuosas que se fingen. Siempre la excusa es que hace daño, que hace uno el ridículo.

Es por eso que la canción de Empathy Test es dicotómica y tan polarizada. Puede estar refiriéndose a una ella – amor – o a un yo. Cuando entregamos el ser a otro/s, nos perdemos y nos preguntamos si el otro nos hace más feliz que lo que nosotros nos deberíamos de hacer.

Tell me it’s not real. Tell me he doesn’t make you feel the way I made you feel.

Que es el mismo concepto del chango encarcelado cuando bebe uno solo. Solo en la soledad puede uno tomar esos demonios y hacerlos nuestros amigos.

Naturalmente no vive uno siempre encarcelado. En algunas ocasiones uno suelta ese chango, se postra ante el otro tal cual es uno. El problema de ello es que nadie tiene la clarividencia para adivinar cuando es uno honestohipócrita. Evidentemente es algo complejo porque uno aleja a algunos por decisión propia, y otros se van por consecuencia. Es como el caso de a-la Brim, al final no puede uno saber si es un apego real – de mi parte – si es una personalidad más, una emoción momentánea o qué.

Por eso mando al olvido fotos. Por eso mando al olvido recuerdos. Por eso mando al olvido personas de mi vida. Por eso intento vivir solo. Porque como diría Shakespeare:

Conservar algo que me ayude a recordarte sería admitir que te puedo olvidar

Y eventualmente cae uno en las despedidas. En el silencio.

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When you’re feeling alone and you’re colder than stone. Call me you know It’s always been you.