Graduaciones y más

El día de hoy ocurrió un suceso que me hizo pensar. Después viajando en facebook me hizo culminar en este post.

Naturalmente lo vengo a exponer a este espacio, porque es mío y en realidad no siempre (¿alguna vez?) hay con quién comentarlo, ni hay respuestas… Profundas y con escencia.

Comencemos con la historia. Hace como una o dos semanas fui invitado coordialmente por una compañera del taller de “Creación literaria” al magno evento de su graduación. Me hizo llegar personalmente la invitación a la misa y la ceremonia. Naturalmente, por el amplio aprecio que le tengo debido a sus profundos escritos llenos de interesantes palabras y pensamientos, asistí.

Todo corría tal cual lo previsto. Llegué al cuarto para las seis, tal cual aparecía la hora de incio de la misa. Fue cómico porque por principio de cuentas el padre llegó quince minutos tarde al evento. Y hubo gente que llegó y tuvo la osadía de entrar a la misa cincuenta minutos después de inciada.

Terminó la ceremonia, nos instalamos en el auditorio de posgrado. Que por cierto cabe recalcar que la música estaba perfecta, me gustó mucho, como para decir:

¿Me presta el disco? Rápido, para copiarlo

Hubo interminables palabras de varias *personalidades* del *Instituto superior de estudios para la familia*, la entrega de diplomas. Que cabe destacar había una chavita super woao con un trajecito rosa mexicano con adornos dorados, al estilo Jazmín de Aladdin que me quedé de: *=O pero si sí hay algo interesante en Ciencias de la familia*. Naturalmente dichas personitas no se ven porque tengo la teoría que las tienen recluídas allá en el área de posgrado donde nadie va. Para que no se distraigan de leer sus enciclicas supongo hehe.

Terminó el evento sin más por menores, digo era lo obvio que así sería. Bastante tedioso y aburrido, pero pues todo era por deberes socialmente correctos. Lo sé, pude haber optado por no ir, pero como dije, es una personita que merecía saliera del comfort de mi cueva. Naturalmente me presentó a los papas, un par de chistecines salieron por ahí, las fotos (como detesto las fotos) y a grandes rasgos así fue todo hasta el momento que hizo descender mi noche.

*Nota: No estoy siendo condecendiente con ella. No es que *Le haya hecho el favor*. Bajo ninguna circunstancia, le agradezco la invitación. Es sólo que detesto los eventos sociales y más si son de la Universidad Anáhuac

Nota2: Escuchando Love Spirals Downwards – Idyllis. Super recomendable.*

Cito:

¿Has visto a Selene? La vamos a seguir.

Me quedé frío. ¿A seguirla? ¿Había fiesta? Pero yo sólo estaba invitado a la ceremonia, no a una fiesta. ¿Era implícito a la ceremonia?. Y luego otra frase que marcó más el existencialismo:

Dos me cancelaron, por si gustas venir.

Así que técnicamente no estaba invitado ¿correcto?. Pero pensemoslo así: Si estaba invitado, aunque fuera implícito. Pero como la otra persona no llegó y yo no sabía de la fiesta, entonces esos dos que *cancelaron* no eran otros mas que el que no fue y yo… Y por lo tanto hacía la invitación directa ahorita, para que así solo cancelara uno, el que no fue.

La verdad me llena de pechito el pensar eso, ya que demuestra una vez mas mí distracción, que necesito siempre un frutero entero (no basta con peras y manzanas) y más aún el por qué rechacé la ¿primera? o ¿segunda? invitación.

La primera razón es porque detesto los eventos sociales. Me da miedo la gente. Los eventos a los que voy, donde hay menos conocidos de los que me pueda sentir seguro o es un lugar nuevo, donde todo es una tómbola me dan ansias, me frustran, me aterran, no es para salir corriendo ni es al grado de una fobia. Simplemente me deprimen, me enconcho y me alejo en mis pensamientos, en mis existencialismos y sólo pienso en huir de ahí.

El simple hecho de ir a sentarme a una mesa con desconocidos, de estar rodeado de qué? 100? 200? 300 desconocidos?. Que pasen y *Hola, tú eres…?* el saludar, el abrazo, las fotos, el todo… Pensarlo siquiera me pone la piel chinita.

La segunda razón, es que por la primera ocurre esto… El cuidado del bebé. Al sentirme como mencionado y encimismado, la gente que invita tiene la tendencia de sentirse obligado o comprometido a cuidarme, bajo la premisa de que me aburro o algo similar. En realidad no me aburro. No sé por qué la gente tiene la tendencia a pensar que si estoy en mi rincón, o que si no hablo con nadie es porque estoy aburrido. No… No es así. Si estuviera aburrido, ya me hubiera ido.

Y bueno, eventualmente obvio me parecía injusto que tuviera que estarme cuidando y hacerle de payasito para que yo estuviera entretenido, Intentando me integrara (cosa que no iba a suceder) con sus compañeros y/o el entorno.

Claro, que con gusto hubiera intercambiado palabras con la srita Jazmin, pero seamos honestos. Una chavita NO es ni debería ser razón para hacer cosas. Y menos aún cuando sabemos el resultado fatídico de cualquier intento de interacción con fines más allá de ayudar a la persona en cuestión (a petición suya claro) de ayudarle con sus tareas, trabajos o dudas existencialistas de la vida o de su computadora. Sé que es un pensamiento mediocre, pero la verdad el empirismo me da la razón, sino, ¿qué hago escribiendo aquí y no estoy en una fiesta con la psicóloga rubiita o con Brim?

Y bueno, después de pensar eso, abro el facebook y veo las fotos de graduación de lo que sería mi generación universitaria. Y me vino aún más la depresión. Y antes de que piensen *obvio*, dejen aclaro mi punto.

Mi graduación de prepa me gustó mucho. A pesar que mucha gente no me caía bien, ellos estuvieron en su rollo, yo en el mío. Conbebimos, todo fluyo como debía. A final de cuentas eran personas con las que había compartido quince años de mi vida. Nos gustara (a ellos o a mí), somos parte de una comunidad, la comunidad del Colegio Alemán. Somos parte de la familia Humboldt. Pero la verdad es que aquí, ¿parte de que grupo soy?.

Voy a una universidad que detesto, con unos compañeros que aborrezco (y seguramente muchos pensarán lo mismo de mí), con un plan de estudios mediocre, con una plantilla de profesores que dejan mucho que desear, con un sistema administrativo peor que deficiente, es al escoría de esa universidad. Si ya sé *¿Por qué sigues ahí?*. Como lo he dicho un centenar de veces, estoy ahí por el papel. Porque en México se le da más valor a una universidad privada como es la Anáhuac, le pese a quien le pese. Y pues yo estoy ahí comprando el pedazo papel más caro de mi vida. Que ni para limpiarme servirá porque me dará pánico usarlo para ello despues de pagar millones en él. El resto me importa un bledo la institución esa. No puedo esperar más el día en que salga de ese agujero con mi papel y me largue lejos de aquí.

Pero volviendo al tema. Me di cuenta que tras cuatro años en la universidad, no tengo relación real con nadie. No me importan, no les importo. No me hablan, no les hablo. No hay un vínculo con nadie, ya sea amistoso, amoroso, nada. Hay chavitas que me han latido y no les he hablado. Gente que por mi soberbia y mirarlos como insectos (a-la Vegeta) nunca les he hablado más allá del saludo que ellos me han lanzado.

Y es entonces cuando me pregunto ¿para qué ir a mi fiesta de graduación?. Con gente que no conozco, con gente que no nos importamos, con ge
nte que seguramente no me hablarán en toda la noche.

Y me quedé pensando, ¿cuál sería entonces la diferencia de ir a la fiesta de graduación de la persona en cuestión que tanto pánico me dio pensar y de ir a la que me toque a mí? Ninguna. En ambos casos, soy sólo un monito mas en la lista de asistencia.

¿Cómo dice la frase? ¿Piedras somos y en el camino andamos? ¿Por qué no has cruzado mi camino entonces?

En fin, saludos a la psicóloga rubiita que durante todo el texto estuvo en mí pensamiento (ya será material de otro post), nada perverso, todo sano. Seguro le han de zumbar los oídos hoy hehehe.