La religión del futbol

El reciente éxito de la selección femenil norteamericana llena de júbilo a su respectivo pueblo, para bien o mal del resto del mundo. Es interesante esta reflexión debido a que justo hoy (14 de Julio 2015), la sonda New Horizon llega a los confines del sistema solar para explorar el último tal-vez planeta, y con ello el aplauso del pueblo norteamericano sobre un éxito más en su historia.

Y entramos al debate de si un conglomerado de individuos deberían de gritar al unísono „U-S-A U-S-A“, o si las porras están reservados a las justas deportivas, que por su naturaleza, son una debacle entre naciones; mientras que la exploración espacial es un logro para la humanidad, no de un bloque soviético o capitalista.

En el contexto de la ciencia, podríamos definir que los logros – como los del CERN y los pentaquarks – son para beneficio de la humanidad, así como deberían de ser los logros de la NASA. Sin embargo es innegable que los recursos para dichos logros – en el caso de la NASA – corresponden a los impuestos de un pueblo específico, en este caso los EUA. Luego entonces es entendible que se fomente el nacionalismo para que las personas – cuyos recursos son utilizados – se sientan identificados con la causa y por ende acepten el estratosférico gasto que desde la época del presidente Kennedy se ha estado derrochando (podrían decir algunos).

Si se define un estado de felicidad e identificación nacional con algo etéreo como lo es la exploración espacial, cabe la pregunta de si no existe un estado de sublimación de conciencia respecto al deporte y la entrega a este.

El balón se convierte en objeto religioso

Mircea Eliade habla en innumerables ocasiones respecto a los cuatro puntos principales del hombre como ser religioso, llamándolo así Homo Religiosus. Estipula en sus disertaciones que el hombre tiende a buscar el sentido último de su vida en la trascendencia. Es por ello que en una experiencia universal busca la felicidad, la justicia, el conocimiento y la experiencia de indigencia.

Entiéndase que la palabra felicidad puede derivar de muchas definiciones, en este sentido se toma en cuenta la felicidad como un estado de satisfacción y paz.

Es por lo anterior que se sigue la idea que el futbol va más allá de un efecto nacionalista para el aficionado no-casual. Si bien el aficionado casual podría considerarse semi-nacionalista en el momento en que su selección nacional juega, el aficionado de hueso colorado responde a los efectos de una sublimación de conciencia tendiente a lo religioso desde el punto de vista de la comunidad.

Iniciando con la definición de religión como re-ligare (volver a ligar) podemos comprender los slogans tipo „El futbol nos une“ por parte de la Cervecería Moctezuma. Donde se intenta generar una comunidad, ligándose esta alrededor de un concepto abstracto llamado América, Cruz Azul o Chivas.

Joaquín Bach habla de la experiencia religiosa como la respuesta de toda persona a lo que se percibe como último, con una intensidad particular y que se traduce en acciones apropiadas. De ahí comienza a definir tres criterios de validez de un sistema religioso. Cabe recalcar que el sentido estricto de la palabra re-ligar es como se toma en cuenta a la religión, no como la institución – malamente llamada Iglesia – perteneciente a alguna tendencia en específico, como el catolicismo, judaísmo, etc.

Messi – como objeto religioso – se percibe como trascendente. No es de este mundo, es D10S

En primer instancia se evalúa que el ser religioso se una al objeto religioso. En este caso, el ser religioso queda claramente definido como el aficionado. Mientras que el balón – o percepción del esférico como símbolo de comunión – se convierte en un objeto religioso. Desde el punto de vista monoteísta de las religiones reveladas, se entiende con el concepto de objeto religioso a Dios. Es importante no perder de vista esta división, ya que se puede apreciar como se desarrollan alrededor del objeto religioso deidades que sufren martirios – como es el caso de Messi al tener un problema de salud y ser salvado por el bautismo del futbol – hasta convertirse en santos dignos de rezarles.

De igual manera se entiende la profunda comunión entre diversos deportistas con una visión teísta. Viéndose actitudes de indigencia – entendida como la incapacidad de lograr metas por si mismo – como la de Javier Hernández persignándose al inicio del partido o después de cada gol, agradeciendo así a Dios las habilidades con que lo ha proveído. Sustituyendo de esta manera por extensión un objeto religioso por otro. Ser ateo pero considerar a Lionel Messi #D10S, llorar la partida de un jugador después de años en un equipo como muerte y resurrección, ser bendecido – como visita papal – por tocar a un jugador, ser consagrado como fiel seguidor al recibir el santo sudario después de un partido del ídolo del momento.

Religión es el conjunto de ritos, creencias, prácticas y leyes que relacionan subordinadamente al individuo y a la comunidad con la divinidad

En segundo lugar se toma en cuenta si se respeta y promueve la dignidad de la persona humana. Si bien la NFL ha procurado mejorar a través de los años su capacidad de respuesta a los problemas médicos que enfrentan sus jugadores, el futbol ha procurado mejorar a través de los años su capacidad de respuesta a los problemas sociales de las comunidades que les proveen un bien económico.

Se ha fomentado en el futbol el juego limpio, la no discriminación de ningún tipo. E inclusive podríamos tomar en cuenta mitos y leyendas durante el periodo de la segunda guerra mundial. Por lo tanto, el futbol a través de sus reglas, sus modificaciones de conciencia social – entre otras actitudes y actividades, ha concebido al hombre como un individuo en cuanto a la totalidad, es decir, corpórea y espiritual. Promoviendo así la superación del ser humano.

Si bien lo anterior explica la intención evidentemente no explica la acción, y mucho menos la justifica. Haciendo referencia en ese punto específico al hecho de que se postran como personas religiosas pero no cumplen los preceptos. Que aunque algunos puedan parecernos anticuados, pertenecen al final del día al mismo canon que los otros que nos parecen más progresistas. Ejemplo de ello son los múltiples tatuajes con los que marcan su piel, en contra de los cánones del Antiguo Testamento. Entrando así a un concepto de religión a la carta, donde el sincretismo conlleva inherentemente a la desviación de la línea original marcada desde el concilio de Nicea. Bajo el pretexto de que son conceptos obsoletos.

Por último, se toma en cuenta el bien común, es decir, la repercusión que tiene en la vida social de la comunidad como del individuo. No únicamente desde un punto de vista ético o moral, sino en conjunto como una tendencia al bien por el bien mismo.

Es cierto que la FIFA como Santa Sede – perdonando la blasfemia – busca el bien común fomentando los valores de libertad, igualdad y fraternidad. Sin embargo también es cierto que como cualquier institución guiada por hombres, no siempre se comportan como hombres libres y de buenas costumbres apegados a la virtud. Sin embargo, en el concepto global del ente con sus intenciones y su fin, demuestra una promoción de los valores realizando diversas actividades internacionalmente por el bien común.

Como se puede apreciar y sin perder de vista que son cosas diametralmente diferentes – alguna religión revelada y una corporación sin fines de lucro, la concepción del futbol – desde sus inicios – y como ente con vida responde a las valoraciones más elementales de una religión.

Lo importante o trascendente de esto, son las consecuencias conceptuales al respecto. Donde en Dios se cree, pero a un equipo determinado se adora. Donde nos subordinamos ante un equipo, sus jugadores, sus partidos y los hacemos nuestra vida, nuestra felicidad, nuestra tristeza. Y es en cada partido donde buscamos el sentido último de nuestra vida en la trascendencia, en otras palabras, hacemos del futbol nuestra vida al sentirnos ganadores con el título obtenido por nuestro equipo , donde nos sentimos parte de la posteridad al hacer aseveraciones como que somos bendecidos por vivir en la época o momento de determinado jugador que es tan extraordinario como un dios, tan grande que no comprendemos que sea de este mundo. Lo hemos sacado de nuestra realidad para elevarlo a un éxtasis el cual solo se comprende como un éxtasis quasi-religioso, un estado de conciencia elevado por la pasión.

Y es entonces, en esa pasión cuando vemos actos de violencia que nos recuerdan a los estados islámicos. Donde un equipo agrede al otro por tener otra preferencia. En ese sentimiento de ligadura en la comunidad, las pasiones se subliman hasta hacerse uno con el todo. Y es cuando delegamos la responsabilidad, la razón, y nos convertimos en esclavos de las pasiones, bebiendo una cerveza en el estadio, gritando un gol, llorando un #NoEraPenal, agrediendo al vecino por portar una playera diferente a la mía. Como si uno fuera musulmán y el otro católico.

Al final, la pregunta que sobra – como la película francesa Respire – para la reflexión es si estas pasiones nos restan libertad o nos dan más. Si al estar cegados por el gol y entregarnos a la pasión del momento somos más libres al ser parte de la comunidad. O si el hecho de ser trogloditas bebiendo cerveza a morir y festejando el circo romano de 12 apóstoles (1 DT y 11 jugadores)  en el campo nos hace subordinados a un objeto religioso el cual elimina nuestra capacidad de razonamiento.

Las pasiones son una construcción del intelecto, la invención de causas que no existen

Friederich Nietzsche